Comencé el prácticum familiarizándome con la asociación y con los profesionales que en ella trabajan, realizando actividades con los alumnos, en muchos casos de un modo que aunaba la formación con el aspecto lúdico. De este modo también conseguimos que los chicos me conocieran y confiaran en mí, así como sus familiares cercanos, lo cual luego ha resultado muy importante a la hora de trabajar con ellos. Esto es especialmente relevante dado que en este tipo de colectivos es muy difícil ganarse la confianza.
Por mi parte también he ido conociendo más en profundidad los casos de cada uno de los alumnos y la problemática particular que tienen asociada. Un ejemplo lo expuse en las dos entradas anteriores (aquí y aquí), pero existen tantos casos diferentes como alumnos tratamos en la asociación.
Puedo afirmar, por tanto, que una de las mayores dificultades con las que me he enfrentado ha sido, por un lado, el conocimiento de cada alumno y cada caso, junto con el entorno en que trabajaba; y otra de las dificultades ha sido ganarme la confianza tanto de los profesionales como de los alumnos y sus familiares.
A partir de ahí cada vez he ido realizando labores más centradas en las tareas propias de psicopedagogía, como por ejemplo participar en evaluaciones psicopedagógicas de alumnos nuevos o asesorar a padres y profesores de alumnos, así como participar activamente en la elaboración de planes de intervención proponiendo actividades, temporalización, reparto de responsabilidades o criterios de evaluación.
Ha sido una etapa muy interesante e instructiva, y la satisfacción ha sido mutua, por lo que la asociación ha aceptado también que realice mi prácticum 2 en ella. Estoy muy ilusionada por ello, ya que eso permitirá tener una continuidad de mi trabajo y poder llevar a cabo los planes de intervención con diferentes alumnos hasta el final, pudiendo llegar a las fases finales de evaluación de las intervenciones y de los resultados conseguidos por los alumnos tras las mismas.
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Un camino difícil, pero bonito |
No todo ha sido tan satisfactorio, sin embargo. Me ha resultado en parte decepcionante descubrir cómo en la "vida real" las intervenciones psicopedagógicas son muy complicadas de llevar a cabo de forma ideal, debido a diferentes factores. Algunos de los que nos hemos encontrado han sido la resistencia de los familiares, la indiferencia y la ineptitud de algunos de los profesores de los centros educativos de los alumnos y el nulo marco legislativo que existe en la Comunidad de Madrid para poder tratar adecuadamente ciertos casos. A todo ello hay que sumar la falta de medios, que en el caso de una asociación sin ánimo de lucro como es Gandalf es patente debido a la reducción de ayudas con la crisis y a que al ser laica hay ciertos tipos de ayudas a los que no puede optar. De hecho, este año no se les ha concedido absolutamente ninguna subvención, por lo que todo son pérdidas. También ha sido descorazonador ver cómo, a pesar de todos los alumnos a los que esta asociación ayuda, hay muchos más que no pueden optar a esa ayuda, bien porque ya no hay capacidad para atenderlos, o bien porque sus familiares o educadores ni siquiera se preocupan lo suficiente para buscar este tipo de apoyos.
En cualquier caso, el hecho de ver que hay tantos voluntarios ayudando de forma altruista en esta asociación, y el saber que al menos a algunos niños les estamos dando una ayuda valiosa y contribuyendo a la mejora de su educación y de sus condiciones, supone un gran estímulo y desde luego hace que toda la experiencia haya valido la pena a pesar de las sombras.
¡Nos vemos!